lunes, 16 de agosto de 2010

21º CAMPAÑA DE SOLIDARIDAD COMPARTIR 2010




La Campaña "Compartir" es una acción solidaria de toda la Iglesia Católica Paeruana a través de la Conferencia Episcopal Peruana, se dirige a favor de las poblaciones más necesitadas del país. Fue creada por decisión de la 66º Asamblea General Ordinaria de los Obispos del Perú en el año 1990.

PRESENTACIÓN

La Campaña Compartir, organismo de la Conferencia Episcopal Peruana en este año 2010, quiere fortalecer en todo el Pueblo de Dios y en la sociedad en general, una profunda y seria reflexión y una mayor conciencia social sobre el valor y la dignidad de la vida humana, de toda vida humana sin excepción ni distinción alguna, desde su concepción hasta la muerte natural. Por ello el lema que propone la Campaña Compartir es: “Cuidemos la vida, ahora y siempre”.

En toda vida humana contemplamos la grandeza de Dios y el inmenso e inconmensurable DON de la vida. Nuestro Dios es un Dios que ama la vida y ama personalmente a cada uno de los seres humanos, creados por amor y llamados a acoger y vivir este amor. Dios nos ama gratuitamente, de manera fi el, permanente y defi nitiva; y en la plenitud de los tiempos envía a su Hijo, Jesucristo, para que todos los hombres tengan “vida y vida en abundancia” (cfr. Jn 10, 10), para que nadie se pierda. El nos enseña el camino, la verdad y nos conduce a la vida plena que es la comunión con el Padre y el Espíritu Santo.

Vivimos tiempos de grandes y múltiples amenazas a la vida humana, sobre todo a la más indefensas y frágiles de nuestra sociedad. Se viene perdiendo en la conciencia de muchas personas la realidad del pecado personal y social, así como de la responsabilidad que tiene todo ciudadano - sobre todo del cristiano - por construir una sociedad inclusiva, justa y fraterna.

Lo que antes se consideraba como contrario a la moral y a las buenas costumbres, hoy se exige como derecho e inclusive se pide que sea financiada con dinero del Estado. El aborto y la distribución de la píldora del día siguiente son ejemplos palpantes de esta realidad de menosprecio al Hombre y al Señorío de Dios. Nos sigue indignando y escandalizando el crecimiento de la prostitución y la explotación sexual en adolescentes, la delincuencia, alcoholismo y la drogadicción, las pandillas juveniles ya la violencia, los altos índices de maternidad en adolescentes y el aborto, la pobreza, el hambre, el desempleo y subempleo, entre otros nuevos“rostros de la pobreza” que nos exigen una respuesta desde el Evangelio de la Vida. “Todas estas cosas y otras semejantes son ciertamente oprobios que, al corromper la civilización humana, deshonran más a quienes los practican que a quienes padecen la injusticia y son totalmente contrarios al honor debido al Creador”. (EV n.3)

La Iglesia, fiel al mandamiento de Jesucristo, está presente en el mundo para anunciar el Evangelio de la Vida, que se opone radicalmente a esta realidad que hemos señalado.

Recientemente SS Benedicto XVI, en el Mensaje por la Paz del 2010 nos señalaba que: “En efecto, aunque es cierto que, a causa de la crueldad del hombre con el hombre, hay muchas amenazas a la paz y al auténtico desarrollo humano integral – guerras, confl ictos internacionales y regionales, atentados terroristas y violaciones de los derechos humanos -, no son menos preocupantes los peligros causados por el descuido, e incluso por el abuso que se hace de la tierra y de los bienes naturales que Dios nos ha dado. Por este motivo, es indispensable que la humanidad renueve y refuerce “esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos”.

Buscamos e invitamos a todo creyente, comunidad parroquial e Iglesias locales animados por la Campaña Compartir 2010, una mayor presencia en el trabajo pastoral de discípulos misioneros que proclamen con nuevo vigor el Evangelio de Jesucristo; así como la Buena Nueva de la dignidad humana, de la vida, de la familia, del trabajo, de la ciencia y de la solidaridad con la creación. Nuestros esfuerzos y reflexiones deben partir de Jesucristo y ayudar al hombre a llegar a Él, en un continuo camino de discipulado y misión, de conversión y acción de Gracias.

Estos esfuerzos e iniciativas deben de buscar sensibilizar y comprometer tanto al Estado, la sociedad civil, el sector privado, entre otros, a sumar esfuerzos por construir la tan anhelada civilización del Amor.

Repetimos con toda la Iglesia Latinoamericana y del Caribe, que “Conocer y anunciar a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás en su encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado. Con los ojos iluminados por la luz de Jesucristo resucitado, podemos y queremos contemplar al mundo, a la historia, a nuestros pueblos de América Latina y de El Caribe, y a cada una de sus personas” (DA 18).

Que María, Madre de la Vida y de todos los Hombres, nos acompañe en nuestros esfuerzos por cuidar y proteger la vida y la dignidad de todos y cada uno de nuestros hermanos.

+ Mons. Lino Panizza Richero, OFM, Cap.
Obispo de Carabayllo
Secretario General de la Conferencia Episcopal Peruana
Presidente de la Campaña de Solidaridad Compartir

lunes, 12 de julio de 2010

El Escapulario de la Virgen del Carmen




El Escapulario de Nuestra Señora del Carmen


En la madrugada del día 16 de julio de 1251 Nuestra Señora se apareció al santo carmelita inglés, Simón Stock y le entregó el milagroso Escapulario del Carmen.
San Simón Stock era, por aquel entonces, Superior General de la Orden del Carmen. Se encontraba en una situación de mucha aflicción, ya que su Orden pasaba por dificultades muy serias, pues era despreciada, perseguida e incluso se veía amenazada con extinguirse.
Hombre de fe viva, San Simón no cesaba de implorar socorro a la Santísima Virgen y también le pedía una señal sensible de que sería atendido.
Conmovida por las angustiadas súplicas de este hijo suyo tan fervoroso, Nuestra Señora le trajo del Cielo el santo Escapulario y le dirigió estas palabras:
“Recibe, hijo muy predilecto, el Escapulario de tu Orden, señal de mi confraternidad, privilegio para ti y para todos los carmelitas.”
“Todos los que mueran revestidos de este Escapulario no padecerán el fuego del Infierno. Es una señal de salvación, refugio de los peligros, alianza de paz y pacto para siempre.”
A partir de esta misericordiosa intervención de la Madre de Dios, la orden carmelita volvió a florecer en todo el mundo. Y el Escapulario pasó a recorrer su milagrosa trayectoria, en señal de alianza de Nuestra Señora con los carmelitas y con toda la humanidad.
Setenta anos después, Nuestra Señora se le apareció al Papa Juan XXII y le hizo una nueva promesa, considerada como complemento de la primera:
“Yo, como tierna Madre de los carmelitas, bajaré al purgatorio el primer sábado después de su muerte y los libraré y conduciré al Monte Santo de la vida eterna”.
Esta segunda promesa de Nuestra Señora dio origen a la célebre Bula Sabatina del Papa Juan XXII, publicada el 3 de marzo de 1322, confirmada posteriormente por otros Pontífices como Alejandro V, Clemente VII y Pablo III.
Al comienzo, el Escapulario era uso exclusivo de los religiosos carmelitas. Posteriormente, la Iglesia, con el deseo de extender los privilegios y beneficios espirituales de ese uso a todos los católicos, simplificó su tamaño y autorizó que su recepción estuviese al alcance de todos.
De qué está compuesto el Escapularioy cómo se puede recibir
El Escapulario del Carmen se compone de dos piezas de lana, de color marrón, unidas entre sí por dos cordones.
El primer escapulario, solamente, tiene que estar bendecido y ser impuesto. Tanto la bendición como la imposición valen para todos los escapularios que substituyan al primero. Después que lo hemos recibido, debemos usarlo siempre y continuamente.
Fórmula breve para la imposición
“Recibe este Escapulario, signo de una relación especial con María, la Madre de Jesús, a aquien te comprometes a imitar. Que este Escapulario te recuerde tu dignidad de cristiano, tu dedicación al servicio de los demás y a la imitación de María.
¡Llévalo! como señal de su protección y como signo de tu pertenencia a la familia del Carmelo, dispuesto a cumplir la voluntad de Dios y a empeñarte en el trabajo por la construcción de un mundo que responda a su plan de fraternidad, justicia y paz.”
Privilegios del Escapulario del Carmen
“No, no basta decir que el Escapulario es una señal de salvación. Yo sostengo que no hay otra que haga nuestra predestinación tan segura…” (San Claudio de la Colombière, S.J.)
1. Es una señal de alianza con Nuestra Señora. Con su uso, manifestamos nuestra consagración a Ella.
2. Es una señal de salvación. Quien muere con él no padecerá el fuego del infierno.
3. La Santísima Virgen librará del purgatorio, el primer sábado después de la muerte, a todos los que lo porten.
4. Es una señal de protección en todos los peligros.
El Escapulario del Carmen, consagración a Nuestra Señora
El Escapulario del Carmen, como regalo de la Santísima Virgen, es símbolo de una consagración. La propia Madre de Dios fue la que hizo alusión a esa consagración, cuando le dijo a San Simón Stock, en la gloriosa madrugada del 16 de julio de 1251: “…es un pacto de paz y amistad que hago contigo y todos los carmelitas…”. Como si dijese: quiero que este pacto que hago contigo, con fundamento en una eterna amistad, esté expresado en mi escapulario, como símbolo de la consagración que me hacéis al recibirlo.
La voz de la Iglesia
Muchos Papas a lo largo de los siglos manifestaron ser devotos del Escapulario. Destacan veinte Pontífices, nada menos, los que publicaron bulas apostólicas, aprobando sus privilegios y llenando de favores a las Cofradías del Carmen.
El Papa Juan Pablo II ha manifestado en muchas ocasiones su devoción al Escapulario del Carmen. Según sus propias palabras, él lo recibió cuando era joven:
“Debo deciros que llevasteis [vuestro testimonio] a ‘un’ muchacho, a ‘un’ joven [se refiere a sí mismo] y que dejó una marca para toda su vida, y estoy convencido de que lo hacéis a tantos otros…

ESCUDO DE LA ORDEN CARMELITA

Para mis queridos alumnos que deseen conocer más sobre el Escapulario de la Virgen del Carmen.
Prof. Mónica Valera

La representación del escudo carmelita aparece por primera vez hacia finales del siglo XV, en el 1499, en la cubierta de un libro sobre la vida de San Alberto, carmelita. Allí el símbolo gráfico aparece bajo la forma de un "vexillum" (enseña, estandarte, bandera), que luego fue modificándose en los detalles con el correr de los tiempos, hasta asumir la actual forma de escudo heráldico. No ha existido nunca una explicación oficial del mismo, aunque sí ha tenido varias interpretaciones. Aquí, a continuación, exponemos la interpretación que nos parece más adecuada a tenor de los últimos documentos de la Orden.
En el escudo elegido por nosotros encontramos cinco elementos:

Una montaña
Una montaña estilizada de color marrón, con las laderas redondeadas, y cuya cima se proyecta hacia el cielo. Se refiere al Monte Carmelo, lugar de origen de la Orden del Carmen. El Monte Carmelo se encuentra en Haifa en Israel. En el siglo noveno antes de Cristo, vivió aquí el profeta Elías. En el mismo lugar, a finales del siglo doce después de Cristo, algunos eremitas, inspirados en el profeta Elías se agruparon "para vivir en obsequio de Jesucristo" (Regla Carmelita n. 2).

Tres estrellas
Tres estrellas de seis puntas, de las cuáles, una es de plata en el centro de la montaña y las otras de oro dispuestas simétricamente en el cielo de color blanco, a la derecha e izquierda de las laderas de la montaña. La estrella inferior representa a los carmelitas todavía en camino hacia la cima del Monte Carmelo, mientras las otras dos estrellas superiores representan a los Carmelitas que han terminado su peregrinación y "han culminado la santa montaña" (Misal Carmelita, 1980, Colecta de la Misa Solemne de la B. Virgen María del Monte Carmelo).

Una corona
La corona de oro representa el Reino de Dios. Él es el Soberano supremo del Carmelo. En efecto, los Carmelitas tratan de "servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia" (Regla Carmelita n. 2) y tienen por vocación "implantar y robustecer en las almas el reino de Cristo y extenderlo por el ancho mundo" (Constituciones O.Carm., n. 5 ). Para cumplir este servicio a Dios los Carmelitas se inspiran en las figuras del profeta Elías y de la Virgen María (cf. Constituciones O.Carm., n. 25).

Un brazo con una espada de fuego y una banda con una cita bíblica
El origen eliano de la Orden está simbolizado con el brazo de Elías, teniendo una espada de fuego, y una banda con una inscripción en latín: "Zelo zelatus sum pro Domino Deo exercituum" (Ardo de celo por el Señor Dios de los ejércitos [1 Re 19,10]). El brazo y la espada muestran, también ellos, la pasión ardiente de Elías por el Absoluto de Dios, cuya "palabra ardía como antorcha" (Sir 48,1). Para los Carmelitas "Elías es el profeta solitario que cultiva la sed del único Dios y vive en su presencia" (Constituciones O.Carm., n. 26). Como él, ellos llevan "la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Regla Carmelita n. 19).

Doce estrellas
La índole mariana de la Orden está simbolizada en las doce estrellas que recuerdan la aparición de "una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas" (Apoc 12,1). En la Virgen María, Madre de Dios, "los Carmelitas encuentran la imagen perfecta de todo aquello que desean y esperan ser". Para ellos María es Patrona, Madre y Hermana (cf. Constituciones O.Carm. n. 27) y ellos son "los hermanos de la Beata Virgen María del Monte Carmelo" (Constituciones O.Carm., n. 6).



Símbolos añadidos
En varias Provincias de la Orden, ya desde el siglo XVII, se le adjunta al escudo una cruz en el vértice de la montaña: por ejemplo en la Provincia de Castilla en España (y los Carmelitas Descalzos desde el siglo XVII). La Provincia de Sicilia colocaba la cruz de la Tierra Santa. Otras veces se encuentra a los lados de la montaña un lirio y una palma, símbolos que representan a San Alberto de Trápani y a San Ángelo Mártir, los primeros dos santos de la Orden del Carmen.
Cuando tratamos de seguir a Jesucristo, nosotros los Carmelitas encontramos nuestra inspiración en la vida del Profeta Elías y de la Virgen María.
El Profeta Elías
La memoria de Elías se guardó siempre viva de modo particular en el Monte Carmelo, donde se eligió seguir al Dios de Israel. Según el relato, Primer libro de los Reyes, capítulo 18, el sacrificio de Elías, consumado por el fuego que descendió del cielo, mostró al pueblo que Yavé era el verdadero Dios.
Elías estuvo disponible para la obra de Dios y enviado a proclamar su palabra. Emprendió un largo viaje por el desierto, un viaje que lo dejó exánime. Se cobijó bajo un árbol y pidió la muerte. Pero Dios no permitió su muerte, sino que lo impulsó a continuar su viaje hasta el monte Horeb. Cuando llegó, Dios se mostró a Elías, no en los consabidos signos del antiguo testamento: fuego, terremoto o del fuerte viento, sino en una ligera brisa. Elías fue enviado nuevamente a su pueblo para continuar cumpliendo la voluntad de Dios.
De Elías, los Carmelitas aprenden a oír la voz de Dios en el silencio y en lo imprevisible. Intentan estar siempre disponibles a la Palabra de Dios para conformar la mente y el corazón de manera que el modo de vivir y trabajar sea profético y fiel a la memoria de nuestro Padre Elías.
La Bienaventurada Virgen María
Los primeros ermitaños del Carmelo construyeron en medio de sus celdas una capilla. Fue el centro de sus vidas, en donde cada día se reunían para celebrar juntos la Santa Misa. Esta capilla se la dedicaron a la Bienaventurada Virgen María. Con este gesto el primer grupo de Carmelitas la escogió como Patrona, comprometiéndose a su fiel servicio y esperando de ella confiadamente su protección. Estaban orgullosos de llevar el título de "Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo" y defendieron este título con energía, cuando vieron amenazado el derecho a llevar este nombre.
María acató la voluntad de Dios cuando se le pidió ser la Madre del Salvador. Ella meditó todos los acontecimientos de su vida y fue capaz de ver en ellos la mano de Dios en acción. María no se ensoberbeció por su especialísima vocación, sino alabó al Señor por haber mirado su humildad y haber hecho grandes cosas en Ella. Estuvo con Jesús al comienzo de su ministerio público cuando, en las bodas de Caná, le informó de la precaria situación: "No tienen vino". María lo asistió en su muerte en la cruz y allí se convierte en Madre de todos los creyentes. Al principio de las Actas de los Apóstoles encontramos a María en el Cenáculo, junto con los otros discípulos, orando y esperando la llegada del Espíritu Santo. Para todo carmelita, María está siempre en su propia vida, guiándolo y protegiéndolo en su obsequio a Jesucristo.
Por muchos siglos el Escapulario del Carmen ha sintetizado en su significado la relación de los Carmelitas con la Virgen María. El Escapulario constituye una parte del hábito tradicional vestido por los religiosos. Llevar puesto el Escapulario es una señal de consagración a María, la Madre de Dios, y es un símbolo que invita a revestirse de las virtudes de María y aceptar su protección. En la Virgen María los Carmelitas encuentran la imagen perfecta de todo lo que ellos esperan: entrar en una relación íntima con Cristo, estar totalmente abiertos a la voluntad de Dios y dejar que sus vidas sean transformadas por la Palabra de Dios. Los Carmelitas han considerado siempre a María la Patrona de la Orden, de la que se pregona que es Madre y Hermosura. Los Carmelitas viven en intimidad espiritual con ella, de modo que puedan aprender de ella a vivir como hijos de Dios.
Elías y María son las figuras inspiradoras para todos los Carmelitas. Tienen un papel importantísimo en la vida y en la espiritualidad de la Orden que se declara perteneciente a María y mira a Elías como a su Padre espiritual.

miércoles, 21 de abril de 2010

VÍA LUCIS


Autor: Manuel Martín, Alfonso Sánchez-Rey,J.Javier Romera Fuente: archimadrid.com
Vía Lucís
Estaciones según los relatos evangélicos de la Resurrección a Pentecostés.
Hay una devoción popular con tradición desde la edad media, que es el Vía Crucis (el camino de la cruz). En él se recorren los momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de Cristo: desde la oración en el huerto hasta la sepultura de su cuerpo (cf. "Vía Crucis según los relatos evangélicos"). Pero ésta es la primera parte de una historia que no acaba en un sepulcro, ni siquiera en la mañana de la Resurrección, sino que se extiende hasta la efusión del Espíritu Santo y su actuación maravillosa.
Desde el Domingo de Pascua hasta el de Pentecostés hubo cincuenta días llenos de acontecimientos, inolvidables y trascendentales, que los cercanos a Jesús vivieron intensamente, con una gratitud y un gozo inimaginables.De igual forma que las etapas de Jesús camino del Calvario se han convertido en oración, queremos seguir también a Jesús en su camino de gloria. Éste es el sentido último de esta propuesta una invitación a meditar la etapa final del paso de Jesús por la tierra.
El Vía Lucís, "camino de la luz" es una devoción reciente que puede complementar la del Vía Crucis. En ella se recorren catorce estaciones con Cristo triunfante desde la Resurrección a Pentecostés, siguiendo los relatos evangélicos. Incluimos también la venida del Espíritu Santo porque, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "El día de Pentecostés, al término de las siete semanas pascuales, la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina" (n.731).La devoción del Vía Lucís se recomienda en el Tiempo Pascual y todos los domingos del año que están muy estrechamente vinculados a Cristo resucitado.
Cómo rezar el Vía LucísPara rezar el Vía Lucís, en que compartimos con Jesús la alegría de su Resurrección, proponemos un esquema similar al que utilizamos para rezar el Vía Crucis:
· Enunciado de la estación;· Presentación o monición que encuadra la escena;· Texto evangélico correspondiente, con la cita de los lugares paralelos (en las dos últimas estaciones hemos tomado el texto de los Hechos de los Apóstoles);· Oración que pretende tener un tono de súplica Si se desea, después del enunciado de cada una de las estaciones, se puede decir:
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Nuestra disposición inicialLos acontecimientos del Vía Crucis concluyen en un sepulcro, y dejan quizá en nuestro interior una imagen de fracaso. Pero ése no es el final. Jesús con su Resurrección triunfa sobre el pecado y sobre la muerte.Y, resucitado, dedicará nada menos que cuarenta días en devolver la fe y la esperanza a los suyos. Después los dejará diez días de reflexión - a modo de jornadas de retiro y oración - en torno a María para que reciban la fuerza del Espíritu que les capacite para cumplir la misión que El les ha confiado.En los encuentros de Jesús con los suyos, llenos de intimidad y de esperanza, el Señor parece jugar con ellos: aparece de improviso, donde y como menos se esperan, les llena de alegría y fe, y desaparece dejándoles de nuevo esperando. Pero después de su presencia viene la confianza firme, la paz que ya nadie podrá arrebatarles. Todo se ilumina de una luz nueva.
El Vía Lucís es el camino de la luz, del gozo y la alegría vividos con Cristo y gracias a Cristo resucitado. Vamos a vivir con los discípulos su alegría desbordante que sabe contagiar a todos. Vamos a dejarnos iluminar con la presencia y acción de Cristo resucitado que vive ya para siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos llenar por el Espíritu Santo que vivifica el alma. Oración PreparatoriaSeñor Jesús, con tu Resurrección triunfaste sobre la muerte y vives para siempre comunicándonos la vida, la alegría, la esperanza firme. Tú que fortaleciste la fe de los apóstoles,de las mujeres y de tus discípulos enseñándolos a amar con obras, fortalece también nuestro espíritu vacilante, para que nos entreguemos de lleno a Ti Queremos compartir contigo y con tu Madre Santísima la alegría de tu Resurrección gloriosa. Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el Espíritu Santo, gocemos un día de la gloria eterna.
PRIMERA ESTACIÓN. ¡CRISTO VIVE!: ¡HA RESUCITADO!
En la ciudad santa, Jerusalén, la noche va dejando paso al Primer Día de la semana. Es un amanecer glorioso, de alegría desbordante, porque Cristo ha vencido definitivamente a la muerte. ¡Cristo vive! ¡Aleluya!Del Evangelio según San Mateo 28, 1-7. (cf. Mc 16, 1-8; Lc, 24, 1-9; Jn 20, 1-2).ComentarioEn los sepulcros suele poner "aquí yace", en cambio en el de Jesús el epitafio no estaba escrito sino que lo dijeron los ángeles: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado" (Lc 24, 5-6).Cuando todo parece que está acabado, cuando la muerte parece haber dicho la última palabra, hay que proclamar llenos de gozo que Cristo vive, porque ha resucitado. Esa es la gran noticia, la gran verdad que da consistencia a nuestra fe, que llena de una alegría desbordante nuestra vida, y que se entrega a todos: "hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Noticia" (1 Pe 4, 6), porque Jesús abrió las puertas del cielo a los justos que murieron antes que Él.Cristo, que ha querido redimirnos dejándose clavar en un madero, entregándose plenamente por amor, ha vencido a la muerte. Su muerte redentora nos ha liberado del pecado, y ahora su resurrección gloriosa nos ha abierto el camino hacia el Padre.OraciónSeñor Jesús, hemos querido seguirte en los momentos difíciles de tu Pasión y Muerte, sin avergonzarnos de tu cruz redentora. Ahora queremos vivir contigo la verdadera alegría, la alegría que brota de un corazón enamorado y entregado, la alegría de la resurrección. Pero enséñanos a no huir de la cruz, porque antes del triunfo suele estar la tribulación. Y sólo tomando tu cruz podremos llenarnos de ese gozo que nunca acaba.
SEGUNDA ESTACIÓN.EL ENCUENTRO CON MARÍA MAGDALENA.
María Magdalena, va al frente de las mujeres que se dirigen al sepulcro para terminar de embalsamar el cuerpo de Jesús. Llora su ausencia porque ama, pero Jesús no se deja ganar en generosidad y sale a su encuentro.Del Evangelio según San Juan 20, 10-18 (cf. Mc 16, 9-11; Mt 28, 9-10).ComentarioLa Magdalena ama a Jesús, con un amor limpio y grande. Su amor está hecho de fortaleza y eficacia, como el de tantas mujeres que saben hacer de él entrega. María ha buscado al Maestro y la respuesta no se ha hecho esperar: el Señor reconoce su cariño sin fisuras, y pronuncia su nombre. Cristo nos llama por nuestros nombres, personalmente, porque nos ama a cada uno. Y a veces se oculta bajo la apariencia del hortelano, o de tantos hombres o mujeres que pasan, sin que nos demos cuenta, a nuestro lado.María Magdalena, una mujer, se va a convertir en la primera mensajera de la Resurrección: recibe el dulce encargo de anunciar a los apóstoles que Cristo ha resucitado.OraciónVirgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, la tradición cristiana nos dice que la primera visita de tu Hijo resucitado fue a ti, no para fortalecer tu fe, que en ningún momento había decaído, sino para compartir contigo la alegría del triunfo. Nosotros te queremos pedir que, como María Magdalena, seamos testigos y mensajeros de la Resurrección de Jesucristo, viviendo contigo el gozo de no separarnos nunca del Señor.
TERCERA ESTACIÓN.JESÚS SE APARECE A LAS MUJERES
Las mujeres se ven desbordadas por los hechos: el sepulcro está vacío y un ángel les anuncia que Cristo vive. Y les hace un encargo: anunciadlo a los apóstoles. Pero la mayor alegría es ver a Jesús, que sale a su encuentro.Del Evangelio según San Mateo 28, 8-10.ComentarioLas mujeres son las primeras en reaccionar ante la muerte de Jesús. Y obran con diligencia: su cariño es tan auténtico que no repara en respetos humanos, en el qué dirán. Cuando embalsamaron el cuerpo de Jesús lo tuvieron que hacer tan rápidamente que no pudieron terminar ese piadoso servicio al Maestro. Por eso, como han aprendido a querer, a hacer las cosas hasta el final, van a acabar su trabajo. Son valientes y generosas, porque aman con obras. Han echado fuera el sueño y la pereza y, antes de despuntar el día, ya se encaminan hacia el sepulcro. Hay dificultades objetivas: los soldados, la pesada piedra que cubre la estancia donde está colocado el Señor. Pero ellas no se asustan porque saben poner todo en manos de Dios.OraciónSeñor Jesús, danos la valentía de aquellas mujeres, su fortaleza interior para hacer frente a cualquier obstáculo. Que, a pesar de las dificultades, interiores o exteriores, sepamos confiar y no nos dejemos vencer por la tristeza o el desaliento, que nuestro único móvil sea el amor, el ponernos a tu servicio porque, como aquellas mujeres, y las buenas mujeres de todos los tiempos, queremos estar, desde el silencio, al servicio de los demás.
CUARTA ESTACIÓN.LOS SOLDADOS CUSTODIAN EL SEPULCRO DE CRISTO
Para ratificar la resurrección de Cristo, Dios permitió que hubiera unos testigos especiales: los soldados puestos por los príncipes de los sacerdotes, precisamente para evitar que hubiera un engaño.Del Evangelio según San Mateo 28, 11-15.ComentarioLos enemigos de Cristo quisieron cerciorarse de que su cuerpo no pudiera ser robado por sus discípulos y, para ello, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y montando la guardia. Y son precisamente ellos quienes contaron lo ocurrido. Qué acertado es el comentario de un Padre de la Iglesia cuando dice a los soldados: "Si dormíais ¿por qué sabéis que lo han robado?, y si los habéis visto, ¿por qué no se lo habéis impedido?". Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.En lugar de creer, los sumos sacerdotes y los ancianos quieren ocultar el acontecimiento de la Resurrección y, con dinero, compran a los soldados, porque la verdad no les interesa cuando es contraria a lo que ellos piensan.OraciónSeñor Jesús, danos la limpieza de corazón y la claridad de mente para reconocer la verdad. Que nunca negociemos con la ella para ocultar nuestras flaquezas, nuestra falta de entrega, que nunca sirvamos a la mentira, para sacar adelante nuestros intereses. Que te reconozcamos, Señor, como la Verdad de nuestra vida.
QUINTA ESTACIÓN.PEDRO Y JUAN CONTEMPLAN EL SEPULCRO VACÍO
Los apóstoles han recibido con desconfianza la noticia que les han dado las mujeres. Están confusos, pero el amor puede más. Por eso Pedro y Juan se acercan al sepulcro con la rapidez de su esperanza.Del Evangelio según San Juan 20, 3-10 (cf. Lc 24, 12).ComentarioPedro y Juan son los primeros apóstoles en ir al sepulcro. Han llegado corriendo, con el alma esperanzada y el corazón latiendo fuerte. Y comprueban que todo es como les han dicho las mujeres. Hasta los más pequeños detalles de cómo estaba el sudario quedan grabados en su interior, y reflejados en la Escritura. Cristo ha vencido a la muerte, y no es una vana ilusión: es un hecho de la historia, que va a cambiar la historia. Después de este hecho, el Señor saldría al encuentro de Pedro, como expresión de la delicadeza de su amor; y así, el que llegaría a ser Cabeza de los Apóstoles, y tendría que confirmarlos en la fe, recibió una visita personal de Jesús. Así nos lo cuenta Pablo y Lucas: "[Cristo] se apareció a Cefas y luego a los Doce" (1 Cor 15, 5; cf. Lc 24, 34).OraciónSeñor Jesús, también nosotros como Pedro y Juan, necesitamos encaminarnos hacia Ti, sin dejarlo para después. Por eso te pedimos ese impulso interior para responder con prontitud a lo que puedas querer de nosotros. Que sepamos escuchar a los que nos hablan en tu nombre para que corramos con esperanza a buscarte.
SEXTA ESTACIÓN.JESÚS EN EL CENÁCULO MUESTRA SUS LLAGAS A LOS APÓSTOLES
Los discípulos están en el Cenáculo, el lugar donde fue la Última Cena. Temerosos y desesperanzados, comentan los sucesos ocurridos. Es entonces cuando Jesús se presenta en medio de ellos, y el miedo da paso a la paz.Del Evangelio según San Lucas 24, 36-43 (cf. Mc 16, 14-18; Jn, 20, 19-23).ComentarioCristo resucitado es el mismo Jesús que nació en Belén y trabajó durante años en Nazaret, el mismo que recorrió los caminos de Palestina predicando y haciendo milagros, el mismo que lavó los pies a sus discípulos y se entregó a sus enemigos para morir en la Cruz. Jesucristo, el Señor que es verdadero Dios y hombre verdadero. Pero los apóstoles apenas pueden creerlo: están asustados, temerosos de correr su misma suerte. Es entonces cuando se presenta en medio de ellos, y les muestra sus llagas como trofeo, la señal de su victoria sobre la muerte y el pecado. Con ellas nos ha rescatado. Han sido el precio de nuestra redención. No es un fantasma. Es verdaderamente el mismo Jesús que los eligió como amigos, y ahora come con ellos. El Señor, que se ha encarnado por nosotros, nos quiere mostrar, aún más explícitamente, que la materia no es algo malo, sino que ha sido transformada porque Jesús la ha asumido.OraciónSeñor Jesús, danos la fe y la confianza para descubrirte en todo momento, incluso cuando no te esperamos. Que seas para nosotros no una figura lejana que existió en la historia, sino que, vivo y presente entre nosotros, ilumines nuestro camino en esta vida y, después, transformes nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el tuyo.
SÉPTIMA ESTACIÓN.EN EL CAMINO DE EMAÚS
Esa misma tarde dos discípulos vuelven desilusionados a sus casas. Pero un caminante les devuelve esperanza. Sus corazones vibran de gozo con su compañía, sin embargo sólo se les abren los ojos al verlo partir el pan.Del Evangelio según San Lucas 24, 13-32Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una aldea llamada Emaús (...). Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo (...) Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a Él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, Él les hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo: "Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída". Y entró para quedarse con ellos.Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero Él desapareció. Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?"(cf. Mc 16, 12-13)ComentarioLos de Emaús se iban tristes y desesperanzados: como tantos hombres y mujeres que ven con perplejidad cómo las cosas no salen según habían previsto. No acaban de confiar en el Señor. Sin embargo Cristo "se viste de caminante" para iluminar sus pasos decepcionados, para recuperar su esperanza. Y mientras les explica las Escrituras, su corazón, sin terminar de entender, se llena de luz, "arde" de fe, alegría y amor. Hasta que, puestos a la mesa, Jesús parte el pan y se les abren la mente y el corazón. Y descubren que era el Señor. Nosotros comprendemos con ellos que Jesús nos va acompañando en nuestro camino diario para encaminarnos a la Eucaristía: para escuchar su Palabra y compartir el Pan.OraciónSeñor Jesús, ¡cuántas veces estamos de vuelta de todo y de todos! ¡Tantas veces estamos desengañados y tristes! Ayúdanos a descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de tu Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a nosotros como alimento cotidiano. Que siempre nos lleve a Ti, Señor, un deseo ardiente de encontrarte también en los hermanos.
OCTAVA ESTACIÓN.JESÚS DA A LOS APÓSTOLES EL PODER DE PERDONAR LOS PECADOS.
Jesús se presenta ante sus discípulos. Y el temor de un primer momento da paso a la alegría. Va a ser entonces cuando el Señor les dará el poder de perdonar los pecados, de ofrecer a los hombres la misericordia de Dios.Del Evangelio según San Juan 20, 19-23 (cf. Mc 16, 14; Lc 24, 36-45).ComentarioLos apóstoles no han terminado de entender lo que ha ocurrido en estos días, pero eso no importa ahora, porque Cristo está otra vez junto a ellos. Vuelven a vivir la intimidad del amor, la cercanía del Maestro. Las puertas están cerradas por el miedo, y Él les va a ayudar a abrir de par en par su corazón para acoger a todo hombre. Durante la Última Cena les dio el poder de renovar su entrega por amor: el poder de celebrar el sacrificio de la Eucaristía. En estos momentos, les hace partícipes de la misericordia de Dios: el poder de perdonar los pecados. Los apóstoles, y con ellos todos los sacerdotes, han acogido este regalo precioso que Dios otorga al hombre: la capacidad de volver a la amistad con Dios después de haberlo abandonado por el pecado, la reconciliación.OraciónSeñor Jesús, que sepamos descubrir en los sacerdotes otros Cristos, porque has hecho de ellos los dispensadores de los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos de Ti por el pecado, ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu misericordia en el sacramento de la Penitencia. Porque la Penitencia limpia el alma, devolviéndonos tu amistad, nos reconcilia con la Iglesia y nos ofrece la paz y serenidad de conciencia para reemprender con fuerza el combate cristiano.
NOVENA ESTACIÓN.JESÚS FORTALECE LA FE DE TOMÁS.
Tomás no estaba con los demás apóstoles en el primer encuentro con Jesús resucitado. Ellos le han contado su experiencia gozosa, pero no se ha dejado convencer. Por eso el Señor, ahora se dirige a él para confirmar su fe.Del Evangelio según San Juan 20, 26-29ComentarioTomás no se deja convencer por las palabras, por el testimonio de los demás apóstoles, y busca los hechos: ver y tocar. Jesús, que conoce tan íntimamente nuestro corazón, busca recuperar esa confianza que parece perdida. La fe es una gracia de Dios que nos lleva reconocerlo como Señor, que mueve nuestro corazón hacia Él, que nos abre los ojos del espíritu. La fe supera nuestras capacidades pero no es irracional, ni algo que se imponga contra nuestra libertad: es más bien una luz que ilumina nuestra existencia y nos ayuda y fortalece para reconocer la verdad y aprender a amarla. ¡Qué importante es estar pegados a Cristo, aunque no lo sintamos cerca, aunque no lo toquemos, aunque no lo veamos!OraciónSeñor Jesús, auméntanos la fe, la esperanza y el amor. Danos una fe fuerte y firme, llena de confianza. Te pedimos la humildad de creer sin ver, de esperar contra toda esperanza y de amar sin medida, con un corazón grande. Como dijiste al apóstol Tomás, queremos, aún sin ver, rendir nuestro juicio y abrazarnos con firmeza a tu palabra y al magisterio de la Iglesia que has instituido, para que tu Pueblo permanezca en la verdad que libera.
DÉCIMA ESTACIÓN.JESÚS RESUCITADO EN EL LAGO DE GALILEA
Los apóstoles han vuelto a su trabajo: a la pesca. Durante toda la noche se han esforzado, sin conseguir nada. Desde la orilla Jesús les invita a empezar de nuevo. Y la obediencia les otorga una muchedumbre de peces.Del Evangelio según San Juan 21, 1-6aEn aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar". Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo". Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: "Muchachos, ¿tenéis pescado?". Ellos contestaron: "No". Él les dice: "Echad la rea a la derecha de la barca y encontraréis". La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor".ComentarioEn los momentos de incertidumbre, los apóstoles se unen en el trabajo con Pedro. La barca de Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de la Iglesia, cuyos miembros, a lo largo de la historia están llamados a poner por obra el mandato del Señor: "seréis pescadores de hombres". Pero no vale únicamente el esfuerzo humano, hay que contar con el Señor, fiándonos de su palabra, y echar las redes. En las circunstancias difíciles, cuando parece que humanamente se ha puesto todo por nuestra parte, es el momento de la confianza en Dios, de la fidelidad a la Iglesia, a su doctrina. El apostolado, la extensión del Reino, es fruto de la gracia de Dios y del esfuerzo y docilidad del hombre. Pero hay que saber descubrir a Jesús en la orilla, con esa mirada que afina el amor. Y Él nos premiará con frutos abundantes.OraciónSeñor Jesús, haz que nos sintamos orgullosos de estar subidos en la barca de Pedro, en la Iglesia. Que aprendamos a amarla y respetarla como madre. Enséñanos, Señor, a apoyarnos no sólo en nosotros mismos y en nuestra actividad, sino sobre todo en Ti Que nunca te perdamos de vista, y sigamos siempre tus indicaciones, aunque nos parezcan difíciles o absurdas, porque sólo así recogeremos frutos abundantes que serán tuyos, no nuestros.
UNDÉCIMA ESTACIÓN.JESÚS CONFIRMA A PEDRO EN EL AMOR
Jesús ha cogido aparte a Pedro porque quiere preguntarle por su amor. Quiere ponerlo al frente de la naciente Iglesia. Pedro, pescador de Galilea, va a convertirse en el Pastor de los que siguen al Señor.Del Evangelio según San Juan 21, 15-19.ComentarioPedro, el impulsivo, el fogoso, queda a solas con el Señor. Y se siente avergonzado porque le ha fallado cuando más lo necesitaba. Pero Jesús no le reprocha su cobardía: el amor es más grande que todas nuestras miserias. Le lleva por el camino de renovar el amor, de recomenzar, porque nunca hay nada perdido. Las tres preguntas de Jesús son la mejor prueba de que Él sí es fiel a sus promesas, de que nunca abandona a los suyos: siempre está abierta, de par en par, la puerta de la esperanza para quien sabe amar. La respuesta de Cristo, Buen Pastor, es ponerle a él y a sus Sucesores al frente de la naciente Iglesia, para pastorear al Pueblo de Dios con la solicitud de un padre, de un maestro, de un hermano, de un servidor. Así, Pedro, el primer Papa, y luego sus sucesores son "el Siervo de los siervos de Dios".OraciónSeñor Jesús, que sepamos reaccionar antes nuestros pecados, que son traiciones a tu amistad, y volvamos a Ti respondiendo al amor con amor. Ayúdanos a estar muy unidos al sucesor de Pedro, al Santo Padre el Papa, con el apoyo eficaz que da la obediencia, porque es garantía de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al Evangelio.
DUODÉCIMA ESTACIÓN.LA DESPEDIDA: JESÚS ENCARGA SU MISIÓN A LOS APÓSTOLES
Antes de dejar a sus discípulos el Señor les hace el encargo apostólico: la tarea de extender el Reino de Dios por todo el mundo, de hacer llegar a todos los rincones la Buena Noticia.Del Evangelio según San Mateo 28, 16-20. cf. Lc 24, 44-48.ComentarioLos últimos días de Jesús en la tierra junto a sus discípulos debieron quedar muy grabados en sus mentes y en sus corazones. La intimidad de la amistad se ha ido concretando con la cercanía del resucitado, que les ha ayudado a saborear estos últimos instantes con Él. Pero el Señor pone en su horizonte toda la tarea que tienen por delante: "Id al mundo entero...". Ese es su testamento: hay que ponerse en camino para llevar a todos el mensaje que han visto y oído. Están por delante las tres grandes tareas de todo apóstol, de todo cristiano: predicar, hablar de Dios para que la gente crea; bautizar, hacer que las personas lleguen a ser hijos de Dios, que celebren los sacramentos; y vivir según el Evangelio, para parecerse cada día más a Jesús, el Maestro, el Señor.OraciónSeñor Jesús, que llenaste de esperanza a los apóstoles con el dulce mandato de predicar la Buena Nueva, dilata nuestro corazón para que crezca en nosotros el deseo de llevar al mundo, a cada hombre, a todo hombre, la alegría de tu Resurrección, para que así el mundo crea, y creyendo sea transformado a tu imagen.
DÉCIMOTERCERA ESTACIÓNJESÚS ASCIENDE AL CIELO
Cumplida su misión entre los hombres, Jesús asciende al cielo. Ha salido del Padre, ahora vuelve al Padre y está sentado a su derecha. Cristo glorioso está en el cielo, y desde allí habrá de venir como Juez de vivos y muertos.De los Hechos de los Apóstoles 1, 9-11 (cf. Mc 16, 19-20; Lc 24, 50-53).ComentarioTodos se han reunido para la despedida del Maestro. Sienten el dolor de la separación, pero el Señor les ha llenado de esperanza. Una esperanza firme: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". Por eso los ángeles les sacan de esos primeros instantes de desconcierto, de "mirar al cielo". Es el momento de ponerse a trabajar, de emplearse a fondo para llevar el mensaje de alegría, la Buena Noticia, hasta los confines del mundo, porque contamos con la compañía de Jesús, que no nos abandona. Y no podemos perder un instante, porque el tiempo no es nuestro, sino de Dios, para quemarlo en su servicio.Jesucristo ha querido ir por delante de nosotros, para que vivamos con la ardiente esperanza de acompañarlo un día en su Reino. Y está sentado a la derecha del Padre, hasta que vuelva al final de los tiempos.OraciónSeñor Jesús, tu ascensión al cielo nos anuncia la gloria futura que has destinado para los que te aman. Haz, Señor, que la esperanza del cielo nos ayude a trabajar sin descanso aquí en la tierra. Que no permanezcamos nunca de brazos cruzados, sino que hagamos de nuestra vida una siembra continua de paz y de alegría.
DÉCIMOCUARTA ESTACIÓNLA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO EN PENTECOSTÉS
La promesa firme que Jesús ha hecho a sus discípulos es la de enviarles un Consolador. Cincuenta días después de la Resurrección, el Espíritu Santo se derrama sobre la Iglesia naciente para fortalecerla, confirmarla, santificarla.De los Hechos de los Apóstoles 2, 1-4ComentarioJesús, el Hijo de Dios, está ya en el cielo, pero ha prometido a sus amigos que no quedarán solos. Y fiel a la promesa, el Padre, por la oración de Jesús, envía al Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Muy pegados a la Virgen, Madre de la Iglesia, recibe el Espíritu tu Santo. Él es el que llena de luz la mente y de fuego el corazón de los discípulos para darles la fuerza y el impulso para predicar el Reino de Dios. Queda inaugurado el "tiempo de la Iglesia". A partir de este momento la Iglesia, que somos todos los bautizados, está en peregrinación por este mundo. El Espíritu Santo la guía a lo largo de la historia de la humanidad, pero también a lo largo de la propia historia personal de cada uno, hasta que un día participemos del gozo junto a Dios en el cielo.OraciónDios Espíritu Santo, Dulce Huésped del alma, Consolador y Santificador nuestro, inflama nuestro corazón, llena de luz nuestra mente para que te tratemos cada vez más y te conozcamos mejor. Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor para que, transformados por tu fuerza, te pongamos en la entraña de nuestro ser y de nuestro obrar, y todo lo hagamos bajo tu impulso.ORACIÓN FINALSeñor y Dios nuestro, fuente de alegría y de esperanza, hemos vivido con tu Hijo los acontecimientos de su Resurrección y Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo; haz que la contemplación de estos misterios nos llene de tu gracia y nos capacite para dar testimonio de Jesucristo en medio del mundo.Te pedimos por tu Santa Iglesia: que sea fiel reflejo de las huellas de Cristo en la historia y que, llena del Espíritu Santo, manifieste al mundo los tesoros de tu amor, santifique a tus fieles con los sacramentos y haga partícipes a todos los hombres de la resurrección eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

miércoles, 7 de abril de 2010

Estimados colegas, estas son las fotos tomadas a la Virgen del Carmen, elijan la que deseen para su cuadro. Gracias.
Prof. Mónica Valera